Los días grises junto a la costa de Ribamar, los acantilados, cubiertos por la bruma, se recortan sobrios sobre el Atlántico. Las rocas y la grava, humedecidas por el aire salino, adquieren tonos apagados. El mar, de un gris verdoso opaco, golpea con constancia la base de los acantilados, y el paisaje es austero pero atrayente. Al igual que «Acantilados de Ericeira», esta pintura también se pintó al natural en agosto de 2024.