Pintar es como tocar música. Cuando las notas que suenan o los colores se escogen y organizan bien, el resultado es armonioso y agradable. Sin embargo, cuando hay demasiadas aparece la discordancia y percibimos que algo sobra o no funciona. ¿Por qué? ¿Cómo puedo tratar de lograr siempre una buena combinación de colores? Vamos a tratar de explicarlo.

Cuando abrimos nuestra caja de pasteles, podemos llegar a encontrarnos más de 300 tonos y matices diferentes de color (en concreto la mía tiene  cerca de 330 tonos diferentes). ¿Quiere eso decir que he de esforzarme en introducir cuantos más colores mejor para lograr un resultado rico y vibrante? Pues va a ser que no.

Personalmente me considero un buen colorista y por mi experiencia te aconsejo seguir este proceso:

Junto con la textura del papel, este será ya determinante para lograr un resultado u otro. Con la misma gama de colores, cambia mucho el resultado de usar un color claro o uno oscuro.

 

Esta añadirá matices y efectos imprevistos a tu cuadro. Si estamos trabajando con pastel, podemos hacerla con más pasteles o con acuarela, que creará efectos de textura diferentes.

 

Yo empleo indistintamente unas y otras, dependiendo del efecto que me apetezca: más realista (colores quebrados) o más fogoso de color (colores saturados).

 

Como ya debes de saber, los complementarios son aquellos colores que se encuentran opuestos entre sí en el círculo cromático. Debes de escoger dos parejas de complementarios sobre los que organizar la composición. Una será la principal y otra la secundaria. Los demás colores matizarán o complementarán a ambas.  No añadas una tercera, ya que generaría discordancia.

 

Cubre toda la superficie cuanto antes con masas de color y en sucesivas pasadas ve afinando y matizando e incorporando detalles y acentos cromáticos, tal y como te lo pida el cuadro.

 

No puedes usar todos los colores de la caja en el cuadro. Ve probando poco a poco los que te funcionan y cuando percibas que ya tienes el “acorde de color” correcto, emplea esos mismos colores en diversas zonas del cuadro. Una vez tengas claros los colores, mantenlos apartados en un recipiente aparte, para no confundirte mientras pintas.

 

Son los últimos toques para lograr el efecto intenso que buscamos. Pero para saber donde darlos, tenemos que tener ya casi acabado el cuadro y contemplándolo, poder valorar donde nos lo pide. Aquí si es conveniente buscar algún color o matiz nuevo que destaque sobre todo el conjunto.

 

Como estrategia creativa es bueno buscar aquellos colores de nuestra caja que nunca usamos y deliberadamente aplicarlos en las fases iniciales de nuestro trabajo, para forzarnos a tratar de combinarlos bien. Es una manera de romper con nuestras propias inercias.

 

Colores y manchas que funcionaban bien en las primeras fases del trabajo, luego puede que no. O colores que pruebas, ves que no funcionan. Aprovecha la facilidad del pastel para borrar y rectificar y no lo dudes, prueba y borra todo lo que te haga falta.

 

No te desanimes is al principio no te salen bien las cosas. Aprender a pintar bien es una carrera de fondo. Lo consigue el que más persiste.

Seguir estos consejos no te garantiza que siempre te salgan bien las cosas, pero te ayudará a entender y valorar que pasa cuando no salen.

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